El negocio informativo

El negocio de la información, Yair Leonardo Vera análisis de medios

El periodismo actual está muy lejos de aquellos tiempos cuando la búsqueda de la verdad fundamentaba el ejercicio informativo. El afán del clic ha transformado la manera como se ejerce la profesión. Poco importa informar de manera veraz, oportuna y concisa; hoy vale todo para atraer la atención de los lectores y así generar tráfico (es decir, el número de visitantes que llegan a una página web).

Hoy la información es un frente de guerra ideológico que sirve más para confundir y atizar los ánimos. En Colombia, muchos medios tradicionales adoptaron una ideología política que influye en cómo informan; sin embargo, esta línea editorial genera unos sesgos informativos que agudizan las tensiones.

Los medios tradicionales le han servido al poder hegemónico (ya sea una corriente ideológica o -con mayor frecuencia- los dueños del capital). En las últimas décadas, varios periódicos y revistas han sido adquiridos por millonarios que usan la información como medio para defender sus intereses (desde Luis Carlos Sarmiento Angulo con El Tiempo, hasta Jeff Bezzos con The Washington Post).

Llegar a una sala de redacción es el sueño de muchos periodistas novatos, anhelantes por contar la verdad y cumplir con el deber constitucional de informar de manera veraz e imparcial (artículo 20 de la Constitución política de Colombia) y cumplir su responsabilidad social.

Sin embargo, la realidad es distinta: pocos llegan allá, pues el periodismo es una profesión elitista en la que importan más los contactos y el círculo social que el talento o la preparación. Quienes llegan, enfrentan extensos horarios, una carga de trabajo caracterizada por el afán y la presión constantes, así como una precariedad laboral, condiciones adversas que afectan la salud y el bienestar emocional.

En la tiranía del clic poco importan el análisis, el contexto ni la profundidad. El redactor debe cumplir una cuota de notas diarias, ajustadas a unos criterios establecidos por los motores de búsqueda. Estas condiciones cercenan la creatividad y el ánimo de emprender una investigación de largo aliento, pues sólo importan aquellos contenidos que generan tráfico. Ya sea la dieta de moda o el chisme de farándula, este tipo de información se repite como El día de la marmota para aparecer en los resultados de Google.

Sin embargo, los tiempos digitales también han abierto la posibilidad a nuevas maneras de informar: narrativas, canales y audiencias dispuestas. Nunca hay que olvidar el marco ético, que los principios no se negocian, que ante la injusticia es imperativo alzar la voz y que la solidaridad es aquella isla donde sobrevive una humanidad que naufraga en el egoísmo y la codicia.

La carretera, Cormac McCarthy: un viaje a la desesperanza

La carretera, Cormac McCarthy. Reseña de Yair Leonardo Vera.

En un mundo sombrío, todo ha sido devastado (incluso la esperanza). Se trata de una novela que describe un mundo sin vida ni color, donde las personas han perdido cualquier asomo de humanidad.

La carretera (Premio Pulitzer de ficción en 2007) relata la lucha de un padre y un hijo por preservar su humanidad en un mundo salvaje, donde el cuidado y la ternura se funden para fortalecer un lazo vital que los mantiene vivos.

La vida resulta ser el único valor por cuidar y luchar para un hombre que vela por su hijo en una tierra hostil, tiznada por la desolación y donde los caníbales asoman como depredadores. En este mundo apocalíptico no sale el sol y el destino no existe, pues los peligros se esconden en cualquier curva o permanecen agazapados en pueblos fantasmas.

En medio de la adversidad, el padre deja ver su ternura en el cuidado de su pequeño hijo, a quien le inculca que ellos nunca serán como los otras personas. Este su legado ético, pues los principios no se rinden ante las adversidades ni depende lo que hagan las mayorías (irracionales y violentas). Una moraleja ética en tiempos donde los principios se negocian por migajas y otros aprovechan las necesidades ajenas para tomar ventaja.

Cormac McCarthy (1933 – 2023) rescata la belleza del cuidado y la ternura en un mundo carbonizado y con escenas tan macabras como violentas que conmueve al lector página tras página. Sin embargo, no hay ninguna tierra prometida ni un futuro paradisíaco; al contrario, cada episodio está colmado de un intenso suspenso que logra acelerar las palpitaciones y contener el aliento debido a la crudeza del relato.

El síndrome de Ulises, Santiago Gamboa: crónicas del desarraigo

El síndrome de Ulises, Santiago Gamboa. Reseña de Yair Leonardo Vera

En El síndrome de Ulises (2005) Santiago Gamboa retrata las vidas de quienes sobreviven en París, llamada La ciudad luz. Debajo de su romanticismo y glamour, hay personas que viven día a día en un bucle de desesperanzas, azotados por la desgracia de ser migrantes.  

En aquel mundo subterráneo un joven escritor que llegó a estudiar en La Sorbona lava platos en un restaurante asiático para sobrevivir. Allí hace amigos de todas latitudes: desde Corea del Norte hasta África, pasando por los países periféricos de Europa.  

Gamboa (1965) relata las historias de diversas personas que llegaron a París buscando una mejor vida, un pequeño trozo de esperanza tras los sufrimientos de quienes han nacido en el sur global: naciones pobres y con pésimos gobiernos que han hecho de la corrupción y la guerra el único camino para alcanzar la riqueza, donde la delincuencia y la prostitución son alternativas para sobrevivir en sociedades devastadas por la pobreza que arrebata vidas y aniquila cualquier veta de esperanza.

«La poesía y el exilio son viejas compañeras; el exilio conlleva la tristeza de lo que se ha perdido, que ya es en sí un sentimiento lírico; el exilio forzado acude a la lírica para ser denunciado; el exilio saca la lírica de los consabidos lugares, el amor o la gesta patria, y le da una nueva temperatura, lo acerca la realidad del mundo…»

El síndrome de Ulises, Santiago Gamboa

Muchos personajes entran y salen sin recato, pues aún son agobiados por los recuerdos de la tierra donde nacieron, las personas que dejaron atrás y ese dolor generado por la distancia, quienes gravitan entre el desapego (el presente) y no olvidar por qué huyeron (el pasado), diluyendo su desazón entre el licor, las drogas y el sexo.

Esta novela de Santiago Gamboa (autor de Los Impostores) es un viaje literario por el norte de África y Asia menor, un retrato de la geopolítica del siglo XX a partir de la mirada de los excluidos, un relato que habla en diversos dialectos y que describe la belleza que no encaja en los cánones europeos. 

El mundo de ayer, Stefan Zweig. Memorias de un europeo

El mundo de ayer, Stefan Zweig. Reseña de Yair Leonardo Vera

En El mundo de ayer (1942), Stefan Zweig retrata la metamorfosis de la Europa imperial hacia los estados democráticos. No se trata de una narración melancólica, sino la descripción de aquellos días cuando las monarquías imperiales de Europa languidecían ante la consolidación de los estados modernos.

La escritura de Stefan Zweig (1881-1942) deja ver una mente analítica, prudente y alejada del dramatismo que con serenidad lleva al lector a la Viena de los últimos Habsburgo, la capital del Imperio Austrohúngaro. En aquella ciudad la cultura y el arte palpitaban en cada rincón, atmósfera que impulsaba a los jóvenes a devorar libros, escribir y escabullirse en los teatros con la ilusión de ver algún cantante o compositor.

Para el joven Stefan, hijo de una familia acaudalada de Viena, el éxito económico no era la única meta, también era necesario cultivar un capital intelectual y cultural. Ávido de conocer el pequeño mundo que era la Europa de finales del siglo XIX, emprende un recorrido intelectual en el cual conoce personajes que alcanzaron la maestría en diversas artes.

El siglo XX llega con aires de guerra, los cuales son narrados con escepticismo en los primeros días; luego, van creciendo la desesperanza y el terror. La Primera Guerra Mundial resultó ser una eficaz máquina de aniquilación que devastó Europa y sembró las semillas de la Segunda Guerra. La narración va describiendo los crecientes nacionalismos que son atizados por la inconformidad social y un preocupante racismo que está incubando el huevo de la serpiente.

«Esa marejada inundó la humanidad con tal precipitación que, cubriendo la superficie con su espuma, elevó con fuerza a flor de piel los impulsos primitivos inconscientes y los instintos del animal humano; dejó en libertad eso que Freud llamaba tan meditadamente ‘la repugnancia de la cultura’ (…) para dar rienda suelta a los ancestrales instintos de la sangre».

Stefan Zweig, El mundo de ayer

Ante el ascenso del nazismo van creciendo la frustración, la impotencia, la angustia y la desesperación que desbordaron a Stefan Zweig hasta el final de sus días. Zweig tuvo la valentía de señalar los peligros del delirio de la Alemania de Hitler o la Rusia poszarista, en tiempos donde el silencio fue un cómplice inútil ante la irracionalidad de la guerra y el horror de los campos de exterminio.

Qué hacer con estos pedazos (2021), Piedad Bonnett

Qué hacer con estos pedazos, Piedad Bonnet. Reseña de Yair Leonardo Vera

Piedad Bonnett (Amalfi, Antioquia, 1951) retrata cómo las pequeñas hostilidades van fragmentando las relaciones humanas, donde las mujeres son doblegadas mediante sutiles agresiones para modelar lo que tradicionalmente se espera de ellas: la sumisión a la figura masculina.

A través de Emilia -la protagonista- describe cómo sus relaciones humanas se han ido agrietando con el paso de los años. La compañía de su esposo y la distante presencia de su hija se han tornado vacías (casi inocuas), represando un descontento que nunca estalla, sino que se va desmoronando poco a poco.

Bonnett (autora de Lo que no tiene nombre) cuestiona a lo largo de la novela la vigencia del matrimonio como una institución social que perdura más por costumbre que por amor, lo que sirve para normalizar microagresiones como comentarios hirientes o silencios punitivos. En este escenario, la soledad es la amenaza que condiciona una pareja a pesar de la incapacidad de respetar los límites del otro. La perspectiva de afrontar la vejez en soledad (sin un apoyo), es una idea romántica que idealiza la perpetuidad del matrimonio

Lejos de ser un relato melancólico, Emilia recopila aquellos recuerdos que han forjado sus relaciones familiares, subordinada a un esposo enfocado en su propio éxito y una hija que lo imita. Bonnett retrata el machismo latente que se envalentona con el silencio para actuar con impunidad y sin mesura, pues se siente legitimado por la tradición. Así, las personas optan por ignorar su inconformidad y evadir la incomodidad que se irá abriendo grietas.

Y en el apego del padre, que iba acompañado de pequeñas crueldades que cometía con naturalidad asombrosa y sin ninguna mala coincidencia, reconocía esa extraña capacidad que tienen tantos hombres de erigirse como patrones o patriarcas mientras se comportan, sin aparente contradicción, como hijos incapaces.

Qué hacer con estos pedazos, Piedad Bonnett

Mientras a los hombres se les justifica porque así es su naturaleza, la sociedad impone a las mujeres un estricto manual de urbanidad y buenas maneras. Ellas asisten como espectadoras al desarrollo de sus propia vidas, mientras ellos resuelven los aspectos verdaderamente importantes de la vida: procrear y proveer. De esta manera, sienten que tienen una patente de corso para cualquier exceso y desvarío: incluso tomar la vida de una mujer.

Si él cumple, le están permitidos la falta de control de sus emociones, la antipatía y la agresividad que disfrazan una frágil masculinidad, incapaz de reconocer y manejar sus emociones. La metáfora de la cocina en reconstrucción sirve como escenario para contar una historia con sutileza, claridad y precisión en la que los errores y desaciertos se camuflan con silencios cortantes, gestos de desprecio y frases hirientes que se van haciendo peligrosamente cotidianos.

Pero también está su lugar de trabajo, aquél refugio donde se esconde para evadir el mundo y concentrarse en su trabajo: escribir es liberador y es cuando se libra de toda preocupación, a la vez que mantiene fuera a quienes la incomodan con sus portazos, sus antipatías estratégicas y su falta de tiempo (porque siempre están ocupados con sus ínfulas de importancia).

El salvaje (2016), Guillermo Arriaga, entre el coraje y la locura

El salvaje, Guillermo Arriaga. Reseña de Yair Leonardo Vera

El Salvaje es una novela que sobrecoge con la intensidad de su relato, enmarcado entre la muerte, la tragedia y la venganza. La detallada narración de Guillermo Arriaga construye personajes bien definidos y con diversos matices, labrados por la adversidad y sus propias incertidumbres, quienes enfrentan la tragedia con carácter y determinación, olvidándose de la razón.

Las descripciones minuciosas sumergen al lector en territorios tan disímiles como Yukón (Canadá) y un barrio popular de CDMX (ese gigante tan diverso y con tantas existencias entreveradas). Cada una de estas descripciones profundiza en historias que se van tejiendo página tras página, sacando lágrimas, sonrisas y cortando la respiración en varios pasajes debido a su vértigo narrativo.

Para los burguesitos mexicanos, sentirse hermanados con los veteranos de la guerra de Vietnam a través de la morfina o compartir con los ‘avant-garde’ las sensaciones psicodélicas provocadas por el LSD los hacía sentirse únicos y rebeldes. Y para el sistema capitalista, la rebeldía -Carlos lo entendió a la perfección- posee un valor comercial muy explotable.

El salvaje, Guillermo Arriaga.

Juan Guillermo, un adolescente de 17 años, debe enfrentar la vida tras quedar huérfano y completamente solo. Carlos, su hermano mayor fue asesinado por fanáticos religiosos, sus padres fallecen en un accidente de tránsito y a su abuela la muerte la encuentra silente.

Entre medio de la rabia y la congoja, Juan Guillermo halla en la venganza la motivación para pelear día tras día. Sin embargo, los enemigos de su hermano son poderosos y tienen el respaldo de gente importante. De este modo, sus acciones deben ser sensatas y audaces, mientras la figura de su hermano se revela como un fantasma, alguien diferente a quien conoció.

Paralelamente, está Amaruq: un cazador de los bosques de Yukón obsesionado con un lobo, la cual lo lleva a peligrosos terrenos, inhóspitos e irracionales.

Esta novela deja entrever varias similitudes del mundo de Arriaga con Amores perros (película de Alejandro González Iñárritu de 2000, de la cual fue su escritor): las calles y recovecos de los barrios, los malandros atentos a cualquier oportunidad, el nihilismo de las grandes ciudades, los perros que trascienden el rol de mascotas y la omnipresencia de la muerte. De esta manera el lector recrea en su mente la historia que está leyendo, mientras evoca escenas de la película como una historia paralela.

La información como frente de guerra (una disputa ideológica)

Información como frente de guerra, análisis de Yair Leonardo Vera

Ha pasado más de un año de la invasión de Rusia a Ucrania y 20 años de la irrupción militar norteamericana en Irak. A pesar del tiempo entre estos dos eventos bélicos, hay varias coincidencias sobre el manejo de la información en ambos conflictos.

La información es otro frente de batalla donde la primera víctima es la verdad, pues cada quien cuenta la versión que le favorece. La desinformación sirve para despistar y confundir a las audiencias, satanizar al enemigo, restarle legitimidad a una ideología contraria a la nuestra (esa que nos cohesiona como sociedad) y generar una unidad en torno a un estado de opinión general que legitima las acciones desarrolladas.

  1. Desinformación, aliada histórica
  2. Información y propaganda
  3. Las Guerras Mundiales
  4. La Guerra Fría: el inicio de una disputa ideológica
  5. Información es acción
  6. El siglo corto y el nuevo milenio
  7. La revolución móvil
  8. Redes sociales, el panóptico digital
  9. El valor de la información
  10. Ucrania, la narrativa del videojuego
  11. Fuentes

Desinformación, aliada histórica

El nacionalismo fue una de las bases sobre las cuales se fundamentaron los proyectos de nación consolidados a principios del siglo XX. En aquellos años estallaron diversos procesos en varias partes del mundo, como la Revolución Bolchevique en Rusia, la Revolución Mexicana, la independencia de la India, la Revolución China y las disputas independentistas de Indochina (Laos, Camboya y Vietnam).

Estas luchas significaron el fin de las monarquías absolutas para implementar un nuevo orden político, desligado de los designios de los reyes y el colonialismo de los imperios europeos. Los estertores estos los reinos desencadenaron la Primera Guerra Mundial (1914-1918), mientras que la carrera armamentística creció y propició la Segunda Guerra Mundial (1938-1944).

El periodismo se percató de que la guerra atraía la atención de los lectores como la luz de las bombillas a los insectos en la noche. La prensa fue una de las primeras instituciones sociales que sirvió como mediadora social, pues las personas conocen la totalidad de su entorno a través de éstas.

Uno de los empresarios que vio una mina de oro en la guerra fue William Randolph Hearst, magnate norteamericano, propietario de uno de los primeros imperios de medios de comunicación en EE. UU. y quien lo usó como instrumento de acción política. También es el creador de la llamada prensa amarilla, donde los escándalos y la manipulación mediática fueron empleados para beneficiar sus intereses.

The Yellow Kid fue una de las primeras tiras cómicas publicada en el periódico New York Word entre 1895 y 1898. Es famoso por su relación con el término “periodismo amarillista” porque aparecía en un diario reconocido por su contenido sensacionalista, para así incrementar las ventas del imperio de William R. Hearst (Imagen: Wikipedia).

Uno de los casos más notables fue su papel en la guerra hispano-estadounidense (ocurrida durante la independencia de Cuba, donde España también perdió sus colonias en Puerto Rico, Filipinas y Guam). Allí los medios de Hearst agitaron el nacionalismo norteamericano en contra de España tras el ataque al acorazado Maine, generando el respaldo necesario para que Estados Unidos interviniera a favor de Cuba.

Los medios de Hearst también hicieron campañas en contra de la Revolución Mexicana, apoyando la figura de Porfirio Díaz (dictador del país por más de 30 años), pues estaban en riesgo sus extensas propiedades en México (cerca de tres millones de hectáreas).

Desde aquellos días es claro que la agenda informativa está determinada por los medios masivos de comunicación y la manera como abordan temas de interés público, influyendo en su precepción social y relevancia (al reducirlos o simplificarlos) o pasando por alto otros (aquellos de los que no se habla). De esta manera se modela la idea general sobre un tema o hecho, creando estereotipos y escenificando realidades sobre el mundo exterior.

Información y propaganda

Erich Fromm, sociólogo y psicoanalista alemán, analizó las condiciones psicosociales que explican el ascenso del nazismo. Tras el revés de Primera Guerra Mundial, en Alemania se incubó el deseo de restaurar el orgullo de una nación derrotada y humillada, por lo que una mayoría de la ciudadanía esperaba ilusionada un líder con una avasallante personalidad, cuyas ideas demandaban un espíritu colectivo que no admitía el disenso y que reducía el concepto del individuo a la mínima expresión.

Thomas Hobbes afirma que los ciudadanos en una sociedad renuncian a varios de sus impulsos individualistas a cambio de la tranquilidad, para obedecer a un poder común y delegar las tareas de protección -en lugar de asumirlas por propio esfuerzo-, evitando la muerte o resultar herido.

De este modo se va gestando una idea ampliamente aceptada por sociedad, legitimada por la necesidad de recuperar la grandeza de nuestra nación. En este punto hay un Estado de opinión: una idea ampliamente aceptada gana legitimidad mediante el apoyo mayoritario de la ciudadanía.

Este apoyo popular es el resultado de una presión social que obliga a los hombres a adaptarse a la sociedad en la que viven, ante el miedo al aislamiento o el aniquilamiento. James Madison (presidente de EE. UU. entre 1809 y 1817) afirma que la razón humana es tímida y prudente cuando está sola, pero adquiere fortaleza y confianza según el número de personas con las cuales logre asociarse.

En La Espiral del silencio, la socióloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann explica cómo se forma la opinión pública a partir de la acción del poder, para determinar quién y cómo legitima sus acciones. En estas sociedades la persona acepta unirse a las ideas hegemónicas en una sociedad para evitar sentirse solo y ser víctima de un castigo psicológico como el rechazo.

Las Guerras Mundiales

En las dos guerras mundiales los medios de comunicación fueron claves, pues muchos ejercieron funciones propagandísticas (no del Estado, sino de la ideología que amenazaba nuestros ideales). En Estados Unidos la radio era el medio de comunicación con mayor alcance, alrededor del cual las familias se reunían en las noches a escuchar las novedades sobre la guerra.

Hay una elección intencionada de los elementos que componen la narrativa mediática, para así promover una versión particular de los hechos. De esta manera se inserta en el imaginario colectivo un pensamiento y una manera de asimilar los hechos (el bien contra el mal), enmarcados en los conceptos de patria, la defensa de nuestros valores y la seguridad nacional.

Por su parte, el cine también se puso las botas y sirvió a la propaganda de la guerra, promoviendo los valores occidentales como la democracia, la libertad (Liberty & Freedom) y las bondades del sistema capitalista (asociadas a la abundancia, la calidad y la familia). Incluso hay una tira cómica en la que el pato Donald se une a la causa patriótica.

 La Unión Soviética también tenía su propio arsenal de información, donde mostraban las grandes gestas bélicas y los logros de la nación bajo el liderazgo del comunismo y un líder adorado por su pueblo.

Mientras que las tácticas del Ministerio de Propaganda de la Alemania Nazi aún persisten en tiempos de campañas políticas y tienen en las redes sociales un campo fértil para propagar con rapidez información falsa.

Propaganda de la Segunda Guerra Mundial. Afiche propagandístico de la Alemania Nazi que usa el alfabeto Cirílico, el cual titula: «Los viajes de ultramar conducen a una muerte segura para Inglaterra y Estados Unidos”.
El cartel anuncia el hundimiento del «SS President Cleveland» por un submarino alemán en noviembre de 1942 y afirma falsamente que hubo 1.720 muertes.

La Guerra Fría: el inicio de una disputa ideológica

Luego de la derrota de la Alemania Nazi, emergió un nuevo conflicto de tipo ideológico: La Guerra Fría, lucha entre el capitalismo y el comunismo que llegó a su fin con la caída del Muro de Berlín en 1989.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba devastada y afrontaba su reconstrucción, junto con el duelo de los muertos en aquellos años. Los huérfanos crecieron en medio de la devastación y los escombros aún humeantes de los bombardeos. Estos hijos de padres ausentes maduraron y cuestionaron el sistema que llevó a la muerte a los hombres de toda una generación. Es entonces cuando los jóvenes comenzaron a labrar un camino diferente al que dictaba la tradición.

Varias de las propuestas artísticas y musicales se convirtieron en la banda sonora de una generación de jóvenes que querían disfrutar la vida, exprimiéndole cada gota de felicidad. Estas nuevas sonoridades y estéticas desafiaron la sociedad inglesa, tradicionalista y conservadora. Canciones como A Day in a life (The Beatles) o Good bye, blue sky (Pink Floyd) recogen aquellos ecos infantiles de la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, David Bowie rompió los estándares estéticos tradicionales mediante el uso de maquillaje y vestuarios abigarrados.

En Estados Unidos los autocines fueron el punto de encuentro de los jóvenes debido a su bajo costo, donde las estrellas de cine se erigían como ídolos y modelos a imitar. La cultura de masas norteamericana tenía en Hollywood toda una industria del entretenimiento, donde confluyen el cine, la música y la moda. Ya en aquellos años se notaba en las películas la promoción de los valores norteamericanos y el consumo asociado a la idea de democracia.

Emile Durkheim apunta que estas expresiones (marginales en un principio) pueden ganar legitimidad y alcanzar una posición hegemónica. Manifestaciones culturales alternativas como el movimiento hippie fueron asimiladas dentro de la cultura popular, para luego ser parte de estrategias comerciales y mercadeo de la industria musical y la moda.

Información es acción

Aquellas primeras revoluciones del siglo XX no fueron procesos tranquilos ni definitivos, sino que desencadenaron situaciones caóticas que resultaron atizadas por las disputas geopolíticas de la Guerra Fría, como ocurrió en Corea, Camboya y Vietnam.

La Guerra de Vietnam es una herida abierta en la historia de los Estados Unidos. No sólo por el costo militar (pérdida de vidas, soldados lesionados y veteranos con problemas de salud mental) y la derrota en un país asiático, sino también el resquebrajamiento del ideal de EE. UU. como garante de la libertad y la democracia, al conocer el horror que sufrieron los pobladores de aquellos paises.

Muchos de los jóvenes que fueron a Vietnam -imbuidos por el idealismo del hipismo- se estrellaron contra el horror de la guerra: Napalm, masacres (como la de My Lai), el agente naranja y ninguna consideración ética ni moral en el campo de guerra. Los testimonios de los jóvenes que lograban regresar con vida tuvieron eco en los grandes medios, razón por la cual muchos periodistas se atrevieron a reportar lo que allí ocurría, mostrando una cruda verdad que indignó a la sociedad norteamericana.

El cambio definitivo en la información sobre la guerra fue la Operación Tormenta del Desierto, desarrollada por los Estados Unidos en 1991, tras la invasión de Irak a Kuwait. Esta fue la primera guerra transmitida en directo, cuando la cadena de noticias CNN emitía las imágenes nocturnas del cielo de Bagdad: una imagen verde y monocromática en la que se veían los misiles volar sobre la ciudad y las filas de balas de las baterías antiaéreas. Era la guerra como espectáculo de entretenimiento, donde el aparato de propaganda norteamericano suministraba imágenes a los canales informativos -como CNN-, para legitimar la intervención militar en Irak. De esta manera propende un consenso social, reduciendo la complejidad del problema para que las acciones comunicativas sean efectivas (aunque las realidades en Irak eran mucho más terroríficas).

Hans Mathias Keplinger diferencia la cultura mediática (realidad objetiva que está fuera de nuestra conciencia) de la pseudorrealidad (la que nos llega a través de los medios de comunicación). La guerra es tratada como un espectáculo, imágenes de lugares lejanos que entretienen pero no informan, el despliegue de la tecnología militar y la transformación del combatiente en un héroe que se sacrifica para alcanzar la victoria y derrotar a nuestro enemigo, mezclado con una retórica de miedo y esperanza que nos devuelva a aquellos días de prosperidad y grandeza. Al respecto, las palabras de Guy Debord resultan tan proféticas como pertinentes: 

“El espectáculo es una guerra del opio permanente dirigida a hacer que se acepte la identificación de los bienes con las mercancías; y de la satisfacción con la subsistencia ampliada según sus propias leyes. Pero si la subsistencia consumible es algo que debe aumentar constantemente es porque no deja de contener la privación. Si no hay ningún más allá de la subsistencia aumentada, ningún punto en el que pueda dejar de crecer, es porque ella misma no está más allá de la privación, sino que es la privación que ha llegado a ser más rica”.

La sociedad del espectáculo, Guy Debord.

Hay una cruel paradoja comunicativa: las armas son pensadas y desarrolladas para ser eficientes en la tarea de asesinar personas. La muerte como indicador de éxito.

El siglo corto y el nuevo milenio

Las imágenes de la caída del comunismo significaron el fin del siglo XX (el Siglo Corto de Eric Hobsbawm inició con la Primera Guerra Mundial (1914) y terminó con el colapso de la Unión Soviética en 1989): miles de personas agolpadas en la Puerta de Brandemburgo, pasando frente a los puestos de control militares sin temores, eufóricos y sabedores de estar en un momento histórico.

Una imagen que marcó el fin de la Guerra Fría: largas filas para el primer McDonald’s en Moscú, ubicado en la Plaza Pushkin (Foto: Stringer Russia. Reuters)

Si bien la disolución de la Unión Soviética marcó el fin de la Guerra Fría, persistía una nueva disputa: el choque de las civilizaciones planteado por Samuel Huntington, donde las civilizaciones serán los protagonistas políticos del siglo XXI (no las ideologías ni las naciones). Aunque los Estados seguirán siendo actores poderosos en el ámbito internacional, los conflictos del siglo XXI serán entre civilizaciones diferentes, debido a disputas de índole religiosa y política. Son luchas que buscan afirmar una identidad cultural ante el embate de la globalización.

Joseph Nye (viceministro de Defensa en el gobierno de Bill Clinton) denomina como hard power a la fuerza militar, económica e industrial de Estados Unidos. Pero considera que también es necesario el soft power, entendido como una estrategia de atracción -no de coerción- para influir mediante valores como la libertad, la democracia, el individualismo, el pluralismo de la prensa, la movilidad social, la economía de mercado y el modelo de integración de las minorías en Estados Unidos.

Para Barack Obama, Estados Unidos ha tenido una posición dominante en el escenario mundial durante las últimas siete décadas. Tras la Segunda Guerra Mundial, con el resto del mundo empobrecido o reducido a escombros, el país lideró la creación de un sólido sistema de iniciativas, acuerdos e instituciones que reconstruyeran efectivamente el orden internacional y crearan un camino estable de cara el futuro: el Plan Marshall para reconstruir la Europa occidental.

Así ve Barack Obama el soft power:

“Nuestras motivaciones para erigir esta arquitectura fue difícilmente desinteresada. Más allá de asegurar nuestra seguridad, abrió mercados para vender nuestros productos, mantuvo líneas mercantes para nuestros buques y tener un flujo estable de combustibles para nuestras fábricas y automóviles. Aseguró que el pago a nuestros bancos se hicieran en dólares, nuestras fábricas no fueran confiscadas, nuestros turistas pudieran cambiar sus cheques de viajero y nuestras llamadas internacionales fueran aceptadas”.[i]

A Promised Land (2020), Barack Obama.

[i] Traducción hecha por el autor.

Uno de los errores de la simplificación de la guerra es la incapacidad de occidente para comprender las características particulares de las naciones del medio y lejano oriente. Como el número de muertos (body count) se convirtió en indicador del éxito militar, poco importa solucionar los problemas sociales, económicos, culturales y políticas que gestaron estos conflictos. Con el paso de los años, aquellos Talibanes que recibieron ayuda de la CIA para enfrentar las tropas invasoras de la Unión Soviética, al igual que los iraquíes armados y entrenados para contener la Revolución Islámica que lideró el ayatola Jomeini, resultaron ser enemigos de Estados Unidos.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en territorio estadounidense marcaron el inicio del siglo XXI. Estos ataques terroristas dejaron en claro que la representación del mal no era la ideología, sino el terrorismo religioso. En aquellos turbulentos y confusos días fue enarbolada la bandera de la democracia contra el eje del mal (encarnado en Irak, Corea del Norte y Afganistán), término acuñado por George W. Bush para referirse a los países que apoyaban el terrorismo.

Atizados por la venganza y la necesidad de retaliaciones, comenzaron a circular informaciones sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Esto sirvió para que gran parte de la población norteamericana (aún aterrorizada por los ataques) apoyara la intervención militar a las naciones enemigas y así preservar la democracia. En este sentido, Jack Bauer (protagonista de la serie televisiva 24) evangelizó con eficiencia sobre la idea que no existen límites legales ni éticos al enfrentar el terrorismo.

En las guerras de Irak y Afganistán era posible ver la trayectoria de un misil hasta su objetivo gracias a una cámara instalada en su estructura; pero, paradójicamente, el Pentágono no difundió imágenes del asesinato de Osama Bin Laden ni los presos de Guantánamo.

La revolución móvil

Los jóvenes enviados a Irak y Afganistán llevaban en sus morrales de campaña computadoras portátiles, cámaras digitales y teléfonos móviles. De este modo estaban en contacto permanente con sus amigos y familiares a través de internet. Muchos documentaban en blogs sus diarios de guerra, así la información en los frentes de batalla ya no pasaba por los criterios de los comandantes del Pentágono.

Varios medios de comunicación revelaron los horrores de la cárcel de Abu Ghraib a partir de la denuncia anónima de un militar. Allí los prisioneros fueros sometidos a tratos degradantes y torturas por parte de los soldados norteamericanos que los custodiaban.

Por su parte, Wikileaks publicó miles de documentos clasificados sobre las operaciones desarrolladas por Estados Unidos en Afganistán e Irak. Entre las filtraciones había un video que evidenciba el asesinato de un grupo de civiles (entre ellos dos periodistas de la agencia Reuters) en una operación militar perpetrada por un helicóptero estadounidense.

La captura y posterior ejecución de Saddam Hussein significó el fin de un capítulo en la extensa historia de Irak, pero marcó una revolución en la información. Minutos después de que Hussein fuera ahorcado, ya circulaban las imágenes de su cuerpo sin vida, grabadas con un teléfono celular. Este hecho significó que cualquier persona en el mundo podía capturar y compartir fotos o videos desde cualquier parte del mundo.

La aparición de las redes sociales -espacios digitales donde los usuarios publican contenidos y se conectan con otras personas- significó que ya no era necesario un gran medio de comunicación para contar una historia. De este modo comienza germinar el concepto de sociedad en red.

Manuel Castells apunta que la sociedad en red es el resultado de una revolución tecnológica (impulsada por las tecnologías de la información y la comunicación), la cual ha desarrollado una nueva economía donde empresas y organizaciones se han transformado en “instituciones globales”, propiciando cambios en la cultura del trabajo. También hay un cambio en la comunicación de las masas y el ascenso de las “redes interactivas”, impulsadas por tecnologías móviles y las redes sociales.

Estas nuevas formas desafían los modelos tradicionales, ganando audiencias, relevancia y credibilidad en espacios propios, incluso para las minorías tradicionalmente ignoradas y silenciadas.

Redes sociales, el panóptico digital

Los nuevos canales digitales democratizaron la creación y difusión de las publicaciones, modificando la manera como las audiencias consumían contenidos. Ahora las personas tenían la capacidad de crear sus propios formatos, transformando las audiencias pasivas en usuarios que reciclaban, creaban y adaptaban para transmitir sus propias ideas y opiniones en canales como blogs, MySpace, Facebook, YouTube, Hi5, entre muchos otros.

Este cambio marca el final de la versión oficial única, pues los ciudadanos ya documentan lo que ocurre en sus realidades. Sin embargo, la frontera entre información y opinión se ha difuminado, legitimando el activismo digital y medios digitales con poco rigor profesional, donde el exceso de información (confundida con la opinión o el activismo) genera desinformación.

La batalla informativa apela a las emociones, la reacción instantánea y la viralidad. No importan las razones, sólo el discurso altisonante, provocador y seductor que cala en aquellos que añoran un líder que encarna las esperanzas de regresar a un pasado próspero y maravilloso. Este es un terreno apropiado para los discursos de odio, pues las emociones, los gritos y las frases desafiantes prevalecen sobre las ideas y el análisis.

Byung-Chul Han explica que actualmente la información tiene un ciclo de vida corto, pues importan más la sorpresa y la novedad, generando un afán en las personas que afecta su percepción (inestabilidad temporal), avasallada por el incesante torbellino de información. Esta barahúnda sustituye otras acciones cognitivas que demandan más tiempo, como el saber, la experiencia y el conocimiento.

Esa comunicación acelerada y fragmentada está generando una visión cortoplacista que pone el peligro la democracia, pues las decisiones racionales están eclipsadas por la satisfacción instantánea (el reino de los Me Gusta y los ejércitos de seguidores). Predomina la acción inteligente, orientada a soluciones y éxitos inmediatos (el meme viral de hoy perderá su gracia mañana), como lo saben los propietarios de las redes sociales.

Las redes sociales (RR. SS.) han amasado fortunas inmensas con su conocimiento sobre las emociones de las personas, pues saben cómo moldear sus acciones. Cada interacción de una persona en redes sociales ayuda a crear un perfil psicológico que servirá para determinar sus acciones futuras, qué temas mueven sus emociones y lo llevan a emprender acciones. Esta información, usada para saber cómo piensan las personas, es llamada Capitalismo de la vigilancia por Shoshana Zuboff.

Facebook  o Google dicen recoger datos de los usuarios para mejorar su servicio y ofrecer mejoras permanentes, pero muchos de éstos son usados por terceros con fines que no son claros. Los datos recopilados se denominan excedente conductual, los cuales forman parte del modelo de negocios de estas empresas, donde los usuarios son los proveedores de este insumo.

Los datos son fundamentales en la economía digital. No sólo recaban información sobre el tráfico en tiempo real para actualizar aplicaciones de navegación o tráfico, también sirven a diversas estrategias de marketing para diseñar campañas enfocadas en un grupo específico, como ocurrió en el caso de Cambridge Analytica, donde la información de más de 50.000 cuentas de Facebook fue usada para manipular las elecciones presidenciales de 2016 en EE. UU. Lo cual revela cómo una red social recopila datos de sus usuarios y usa dicha información.

La comunicación en las RR. SS. no es libre ni democrática, pues está basada en algoritmos que están convirtiendo ciudadanos pensantes y deliberantes en simples zombis del consumo. Su injerencia en cómo se consume información está atizando la polarización, ya que favorece los contenidos que reafirman los propios preceptos, negándoles la oportunidad de conocer puntos de vista opuestos. A Facebook no le interesa la veracidad de un contenido, sólo su viralidad y el tráfico que logre generar (visualizaciones y reacciones).

Las RR.SS. están diseñadas para mostrar aquellos contenidos que refuerzan las ideas del usuario (sesgo de confirmación); pero, sin la presencia del otro, la opinión resulta autista, dogmática y doctrinaria. Este proceso de atomización alimenta los prejuicios y enmudece ideas distintas. El ecosistema digital sirve a las diversas tribus digitales para que ratifiquen sus creencias (que los cohesionan) y enfilen ataques hacia contradictores y disidentes.

El uso de las redes sociales ha revelado su lado oscuro, lo cual ha generado un desgaste en los primeros usuarios (aburrimiento, falta de interés y el fin del ciclo). Ahora son usadas más como canal de información (sin el crecimiento exponencial de los primeros años) y canal comercial, asociado a las ventas por Instagram y WhatsApp (compañías adquiridas por Zuckerberg en 2012 y 2014 respectivamente).

El valor de la información

Las nuevas generaciones de jóvenes no se sienten atraídas por las primeras RR. SS. y han migrado hacia otras plataformas como Twitch y Tik-Tok. Éstas integran un elemento nuevo: la estética del videojuego, un mundo virtual donde interactúan con personas de todo el mundo mientras se divierten.

Las redes sociales y las plataformas de mensajería instantánea han permitido que las personas cuenten lo que ocurre en su entorno. Tal fue el caso del asesinato de George Floyd en Minnesota, quien murió sofocado cuando un policía permaneció sobre su cuerpo por más de nueve minutos durante un procedimiento. Esta escena de brutalidad policial fue grabada por Darnella Frazier con su teléfono celular, lo que desató varias protestas en Estados Unidos conocidas como Black Lives Matter. Frazier fue reconocida en los Premios Pulitzer del 2021 por «el rol crucial de los ciudadanos en la búsqueda de los periodistas por la verdad y la justicia”.

Es claro que los medios masivos de comunicación (aquellas grandes compañías de la información) han perdido credibilidad y alcance en las nuevas audiencias, así como su rol mediador entre lo nuevo y las visiones tradicionales.

Ucrania, la narrativa del videojuego

La campaña de propaganda que justifica la invasión de Rusia a Ucrania se venía fraguando desde 2014, cuando comenzaron los enfrentamientos en la región de Donbas. Se trata de un esfuerzo conjunto de los líderes rusos y los medios estatales para imponer una falsa narrativa acerca de las razones para invadir a Ucrania. Dicha estrategia abarca una amplia variedad de desinformación y propaganda, incluyendo el uso de imágenes reales para legitimar falsas narrativas.

De esta manera fue posible que la incursión armada en Ucrania tuviera el apoyo inicial de la ciudadanía rusa, logrado mediante la manipulación de la opinión pública a través del control estatal de los medios de comunicación y la implementación de la censura, así como la difusión de la propaganda oficial junto con la desinformación y encuestas sesgadas.

No se trata de ciudadanos fieles a Putin, sino personas que temen al aislamiento social tácito, aceptando con resignación las ideas dominantes. Tal y como lo explica Elisabeth Noelle-Neumann en La espiral del silencio:

 “La opinión pública es el acuerdo por parte de los miembros de una comunidad activa sobre algún tema con carga afectiva o valorativa que han de respetar tanto los individuos como los gobiernos , transigiendo al menos en su comportamiento público, bajo la amenaza de quedar excluidos o de perder la reputación ante la sociedad” . 

La espiral del silencio, Elisabeth Noelle-Neumann

La narrativa mediática del Kremlin se sostiene en tres temas:

  1. Hay un genocidio en la región de Donbas, donde los ciudadanos están siendo perseguidos por sus simpatías hacia Rusia.
  2. El gobierno de Ucrania es nazi.
  3. Hay que restaurar la grandeza de Rusia ante el asecho de los ideales occidentales que van contra nuestras tradiciones.

La estrategia en redes sociales consiste en difundir videos fuera de contexto para demostrar la capacidad del ejército ruso y su poder militar, generando la ilusión que Ucrania no resistiría la incursión militar y la victoria estaría asegurada. Sin embargo (y lastimosamente), Ucrania ha resistido a un costo muy alto, debido a las muertes de civiles, el bombardeo de poblaciones enteras y reducidas a escombros, así como las afectaciones a infraestructuras claves como hospitales, escuelas, plantas eléctricas y fuentes de suministro de agua.

En tiempos de redes sociales abundan los reportes de soldados en el frente de batalla, quienes con cámaras en sus cascos revelan una narrativa similar a la de videojuegos como Call of Duty o Fornite. Son publicaciones tipo live action sobre el rigor de la guerra:

Por su parte, los medios occidentales afirman que la democracia está en grave peligro ante la amenaza autoritaria que representan China, Rusia y -nuevamente- Corea del Norte, por lo que es necesario aunar las fuerzas necesarias para enfrentar a quienes amenazan la estabilidad política y económica global.

Frente a esta cantidad de información el periodismo se ha valido de herramientas digitales para verificar una parte del material que circula en redes sociales. Los análisis digitales permiten verificar la veracidad de la información, ponerla en contexto y prevenir interpretaciones tendenciosas.

Gracias a ese análisis forense digital, fue posible reconstruir un episodio como la masacre de Bucha, donde miembros del ejército ruso asesinaron civiles ucranianos en aquella localidad, lo que constituye un crimen de lesa humanidad.


La información es un arma usada para difundir una versión. Ha cohesionado sociedades en torno a proyectos de nación durante el siglo XX, mediante los medios masivos de comunicación como la prensa y la radio, luego vinieron la televisión e internet en tiempos recientes.

Los cambios tecnológicos significaron la democratización en su acceso, transformando las audiencias en productores de contenidos a través de nuevos canales digitales, facilitados por nuevas tecnologías móviles, redes sociales y mensajería instantánea, logrando visibilizar realidades ignoradas por los grandes medios de comunicación.

Sin embargo, hay una confusión entre la información y la opinión, la cual ha atizado la pugnacidad en redes sociales y generado un sesgo que ignora las opiniones contrarias. El reto será alfabetizar a las audiencias digitales sobre la manera de consumir información.

Visita del Presidente Joe Biden a Ucrania en febrero del 2023. Esta imagen contiene los elementos del poder clásico con una iglesia de fondo, legitimando su lucha contra un enemigo que encarna lo contrario a nosotros.

Fuentes

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Fontcuberta, J. (2016). La furia de las imágenes. Notas sobre la posfotografía. 2018. Barcelona: Galaxia Gutenberg.

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Huntington, S. (1996). El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial. 1997. Barcelona: Editorial Paidós.

Jaume, R. (2016). Elisabeth Noelle-Neumann: la vigencia de la espiral del silencio en la sociedad red. Barcelona: Editorial UOC.

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Zuboff, S. (2020). La era del capitalismo de la vigilancia. Barcelona: Paidós.

The Bear (segunda temporada), soltar para evolucionar

The Bear, segunda temporada. Reseña de Yair Leonardo Vera

La segunda temporada de The Bear es una de las series más esperadas este año, tras un estreno donde los conflictos personales, la adversidad y el caos se combinaron para convertirla una de las mejores series del 2022.

El estreno The Bear fue una serie de capítulos caóticos en los que cada uno de los personajes elude el duelo y la adversidad como mejor puede: la agresividad, la terquedad o querer tenerlo todo bajo control a través del orden y la limpieza.

El reputado chef «Carmy» Berzatto (Jeremy Allen White) regresa a Chicago para atender The Beef tras la muerte de su hermano Mickey. Allí enfrenta un grupo anárquico y hostil, mientras trata de sacar a flote un negocio endeudado (claramente no es una comedia romántica).

The Bear, la segunda temporada

La segunda temporada aborda cómo todos los personajes manejan sus conflictos personales, sus duelos íntimos, temores, frustraciones e inseguridades. Cada uno de ellos descubrirá que para crecer es necesario soltar las ataduras del pasado.

La remodelación de The Beef para convertirse en The Bear es la metáfora de sus vidas: guardar los recuerdos, asumir que el trabajo será duro y, aún así, confiar en que el futuro será mejor.

Al igual que nosotros, los chefs de The Bear son seres en evolución y sometidos a los cambios, soportando los golpes de la adversidad, aprendiendo de los errores propios y enfrentando el miedo al fracaso (ese que paraliza y usa la comodidad como disfraz de la resignación).

Tina (Liza Colón-Zayas) es el personaje con la menor resistencia al cambio. Si bien en la primera temporada era hostil y altanera, comprende que debe transformar estas actitudes para enfrentar el nuevo rol que tendrá en The Bear. En contraposición está Ebra (Edwin Lee Gibson), aferrado al pasado y a sus convicciones, y sobrecogido por los cambios.

La evolución de Richard Jerimovich en la segunda temporada es una tranformación que refleja es espíritu de la segunda temporada de «The Bear».

Por su parte, Richie (Ebon Moss-Bachrach), el eterno amigo de Mickey y considerado como un primo por los Berzatto, enfrenta una batalla personal por encontrar su lugar en el restaurante (y la vida). Cuando siente que no encuentra su propósito, decide darle un giro radical a su vida, reconociendo sus errores y dejando de lado su pugnacidad (sin olvidar su tenacidad).

La incursión de Claire Bear (compañera de colegio de Carmen y vecina de los Berzatto) significa una irrupción en el mundo de Carmy: obsesivo, dedicado y enfocado. Ella es la metáfora del cuidado, de la comida como una medicina que otorga placer y diversión.

Las simetrías vacías son un recurso visual que retrata el balance con lo ausente, una bella analogía de lo que significa crecer y soltar aquello que dificulta la existencia:

La incertidumbre es la protagonista espectral en toda la serie, puesto que aún retumban los temores de la pandemia y sus consecuencias para los pequeños negocios. De modo que cada uno de las personas involucradas en The Bear oscila entre las esperanza y la desesperación (reflejadas en un guante de látex).

Por su parte, Chicago es la protagonista omnipresente y acogedora, sin que importe el frío. Gran parte de las escenas fueron grabadas en La ciudad de los vientos, retratando la diversidad de esta ciudad, sus sabores y preparaciones.

La receta audiovisual

En esta temporada hay una evolución de la narrativa audiovisual, junto a actuaciones magistrales donde los personajes secundarios ganan protagonismo. Cada uno de ellos asume su propia evolución para estar a la altura de The Bear, sobreponiéndose a la torpeza, la pereza, la terquedad, la desesperanza y demás apegos al pasado. En ese proceso comienzan a descubrir que no se trata sólo de talento y habilidades, sino de estar más abierto a lo que la vida ofrece.

La edición es uno de los mejores recursos técnicos en esta temporada, ya que está acompasada con los efectos ambientales de la cocina o del espacio en remodelación. El uso de los primeros planos agudizan la intimidad con el personaje, sus diálogos y sus gestos. Estos elementos hacen dinamizan la narrativa visual sin caer en el vértigo del videoclip.

También hay un elemento visual que llama mucho la atención: los platos usados como lienzos que seducen los sentidos.

La nueva temporada de The Bear no decepciona, pues logra dar continuidad a la historia que se abrió con una lata de tomates, sin perder la narrativa ni la identidad de los personajes. Para América Latina estará disponible en Star+ partir del 23 de agosto de 2023.


Bonus track

Esta lista de reproducción recopila todas las canciones de la segunda temporada de The Bea, una oportunidad para escuchar sonidos distintos al tumpa-tumpa y el perreo.

Voces de Chernóbil, Svetlana Alexiévich, polifonía de una tragedia

Voces de Chernóbil, Svetlana Alexiévich. Reseña de Yair Leonardo Vera

Con Voces de Chernóbil, Svetlana Alexiévich (Bielorrusia, 1948), les da la voz a las víctimas de una tragedia sin precedentes en la historia de la humanidad. Se sabe que la historia la escriben los ganadores y que los relatos oficiales sólo preservan la integridad de las instituciones y las ideologías que representan, por lo que Alexiévich (premio Nobel de Literatura 2015) rescató los testimonios de sobrevivientes y víctimas. 

El accidente de la central nuclear de Chernóbil (ocurrido el 26 de abril de 1986), junto con la derrota militar de la Unión Soviética en Afganistán, revelaron que un régimen ideológico se estaba desmoronando. La debacle soviética se dio por su propia incompetencia, una burocracia arcaica y la obsesión por alimentar un aparato militar pantagruélico. 

Tras el accidente de Chernóbil, la dirigencia de Moscú estaba más preocupada por controlar la información y seguir adelante con los planes de producción estatales, constatando la banalidad del mal que acuñó Hannah Arendt: sólo importan los trabajos que sostienen la ideología y los intereses del partido. Mientras tanto, los pobladores no comprendían qué pasaba y procuraban sobrellevar sus vidas con normalidad.

En un país donde lo importante no son los hombres sino el poder, la prioridad del Estado está fuera de toda duda. Y el valor de la vida humana se reduce a cero. 

Vasili Borísovich Nesterenko, exdirector del Instituto de Energía Nuclear de la Academia de Ciencias de Belarús.

Durante diez años, Svetlana Alexiévich entrevistó más de 500 personas, para plasmar sus relatos en un libro que conmueve y abruma. Estas historias dejan entrever las diferencias generacionales de quienes sufrieron durante las purgas estalinistas y La Gran Guerra (Segunda Guerra Mundial), las incertidumbres de la Guerra Fría, así como los abismos entre las urbes socialistas y el mundo rural de Bielorrusia.  

Voces de Chernóbil es una lectura que sobrecoge por la crudeza de sus testimonios, la profundidad de sus reflexiones y la acidez de sus críticas a un sistema que les falló, pues fue una tragedia provocada por el absurdo de un sistema burocrático que dificulta la toma de decisiones ante una emergencia.  

El átomo de la paz (1959) pieza de propaganda Soviética de R. Suryaninov.
El átomo de la paz (1959) pieza de propaganda Soviética de R. Suryaninov.

Muchas vidas fueron sacrificadas por una causa superior: la ideología (como lo afirmaría después Samuel Huntington). Las tragedias familiares fueron acalladas para que así prevaleciera la versión oficial, confusa y obcecada con negar la realidad. El mérito de Alexiévich fue reunir esas voces acalladas para crear una polifonía de la tragedia. El dolor de las ausencias que el heroísmo aún no ha calmado.

Medio sol amarillo, Chimamanda Ngozi Adichie

Reseña de Medio Sol Amarillo de Chimamanda Ngozi Adichie, por Yair Leonardo Vera

A través de tres espectadores, Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria, 1977) relata el episodio de la república de Biafra. Estos personajes no protagonizan la historia, sino que son testigos excepcionales de los sucesos que van ocurriendo en la historia, hechos fragmentados que conectan entre sí a medida que avanzan las páginas.  

Adichie retrata los contrastes de una nación rota por el colonialismo y los abismos históricos que dividen a Nigeria: el mundo urbano y el rural, la modernidad forzada frente a diversas identidades tribales, las creencias desplazadas por la racionalidad, las disputas entre tribus y las diferencias religiosas que tejieron un conflicto tan complejo como aterrador.  

No es una narración histórica, esa versión que moldean los vencedores (regularmente europeos o estadounidenses), ni un elogio a la resistencia; al contrario, expone la crueldad que degenera la geopolítica. Es una historia no-lineal que viaja a distintos tiempos en momentos diferentes, lo cual demanda del lector atención y cuidado, para así involucrarlo. Los fragmentos del relato parecen difusos y confusos, como las víctimas de la violencia, hechos que transforman los personajes, fragmentándolos en piezas que difícilmente encajan en la realidad, pues el horror de la guerra y la hambruna afectaron el sentido mismo de su existencia. 

Uno de los ecos persistentes del pasado colonial son las estructuras de poder, donde los actores sociales dominantes replican las jerarquías implantadas por los europeos (en el caso de Nigeria fue Inglaterra) y la sumisión que sostiene el ejercicio de la dominación sobre otras personas. 

Es una novela que expone cómo la guerra transforma las personas, el hambre como estrategia de guerra, el absurdo bombardeo a pueblos famélicos para ejercer el poder sobre personas inermes, quienes ante la adversidad se aferran de la esperanza para darle sentido a una existencia frágil y que sienten la muerte asechando en cada momento.